Aun así, al día de hoy, me doy cuenta de que no me conozco plenamente
o tal vez ni un poquito. Puedo despertarme una mañana y descubrir aspectos
de mi persona que no tenia ni idea que tenia.
Me doy cuenta de que soy más compleja de lo que pude pensar que soy.
Hace poco, volví de uno de mis trances idílicos y me percaté de que tengo
una obsesión, tanto física como psíquica, por recordar el pasado.
Cualquier imagen, frase o hecho, tanto quiera recordarlo como si no,
permanece en mi memoria.
Aquellos recuerdos torturadores que por mucho que lo intento no se
borran y aprovechan que este distraída para atacarme,
supongo que debería pensar que esta obsesión es buena con los recuerdos felices.
Pero no, no lo es, es peor, no hay cosa más triste que un recuerdo feliz.
Poder recordar con tanta precisión un momento alegre de tu vida
y saber que ese momento no se va a repetir jamás no tiene nada de bueno.
Esto se traslada de mi mente a mis hábitos, o mejor dicho mis manías.
Tengo la insoportable manía de guardar todo, absolutamente TODO.
Y por si fuera poco, para alimentar ese deje masoquista que tengo,
lo guardo todo en un sitio especial, así por si un día me apetece
torturarme un poco puedo ir directamente a por el recuerdo torturador
que en ese momento me invada.
En algunas ocasiones pienso que esto es un acto voluntario y intento deshacerme
de esas cosas pero luego me doy cuenta de que la ansiedad que me provoca el
sólo echo de pensar en perder un parte de mí, no es nada voluntaria y me doy
cuenta de que realmente no puedo controlarlo.
Muchas veces daría tanto por deshacerme de esta obsesión que me corroe
por dentro, que hace que viva en otro momento de mi vida y me hace llegar
tarde siempre a los mejores momentos que me aguardan. Por otro lado pienso...
¿Qué sería de mi si no recordará?
